Telegrama desde el MonasterFest
La última edición del Monasterfest tuvo lugar el pasado sábado en la Sala Manjart de Talavera de la Reina. La sede del club de fans de Álvaro Bautista habilitó en esta ocasión su sala multiusos para convertirse, por unas horas, en el epicentro del underground talaverano con grupos locales y de fuera. Todo cortesía de Monasterio de Cultura por tan sólo 5 euros. Aquí la crónica, en formato telegrama, del evento.
Fotografías por Andrés Vázquez y Rubén González
Phantom Crest. Banda clásica del universo Monasterio de Cultura, asumieron la responsabilidad de abrir el cartel a las 14:00h. Resultaron la mezcla imposible de los Motörhead de Rock’n’roll con los Smashing Pumpkins de X.Y.U. En honor a su bajista que se marcha, rescataron temas de sus comienzos. Interpretación apasionada.
Black Bass. El bajista de Phantom Crest se sacudió el sudor y rápidamente volvió a subirse al escenario con esta peculiar formación. En palabras de Trenca: «bajo, batería… y p’alante». El segundo asalto del festival acabó con el bajista recibiendo una ducha de cerveza que agradeció sobremanera.
Bonnesinner. Un Chris Cornell malacitano con trocitos de Luciano Pavarotti. Espectacular ejecución e interpretación pero con temas de tan largo desarrollo que a más de uno se le escapó algún que otro bostezo. (Aclaración: era la hora de la siesta)
Las Cruces. Pescados del paraíso postpunk que parece ser hoy en día la escena madrileña, la cantante del grupo y su guitarrista abandonaron el escenario durante casi todo el concierto exhibiendo una actitud desafiante hacia el respetable . Actitud punk que te puedes creer o no pero que desde el punto de vista del entretenimiento hicieron las delicias del que escribe (quién fue parte del show llevándose un sonoro cachete del guitarrista de la banda)
Árida. En formato «power duo», fueron una de las sorpresas más agradables del Monasterfest. Sus guitarras remitían a los primeros tiempos de PJ Harvey (con un poquito de stoner). Momento álgido: una reinterpretación muy interesante de un tema de Prodigy.
Ángel y Cristo. Los más esperados de la tarde. Jugaban en casa ante un público entregado de antemano y arrasaron. Concierto conceptual durante el cual presentaron la programación y personajes de un hipotético circo que ríete tú del de La Parada de los Monstruos. Combinaron un despliegue de punk urgente y surrealista con las actuación enferma y grotesca de dos performers que dejan las acciones de Marina Abramovic a la altura del betún. El cantante y guitarrista de Phantom Crest se unió al absurdo generalizado y canalizó el éxtasis del momento por medio del lanzamiento de sus dos zapatillas al escenario. Momento álgido: la performance durante El trapecista onanista.
Fuckaine. Quizás a ellos les pesó el hecho de ser los últimos en entrar en acción porque, según dijo su propio frontman, habían estado «bebiendo como cerdos» y puede que a nosotros nos pesasen las diez horas de música del Monasterfest y los correspondientes diez tintos de verano, aún así, apuntaron maneras para el futuro y nos dieron la oportunidad de presenciar en acción a la bestia parda de su batería.
LO MEJOR:
– El injerto teclado sesentero de Ángel y Cristo + estructura de fregadero
– El batería de Phantom Crest exaltado tras el legendario concierto de Ángel y Cristo: «¡¡¡¡Esto es el garrulismo bien hecho!!!»
– Tal y como prometían los organizadores del evento, la terraza de la sala hizo gala de «un buen rollo brutal»
– El plato combinado huevos-lomo-patatas de 3 euros
LO PEOR:
– Los tripis que daban a la entrada del Monasterfest eran de mentira
– A pesar del bello letrero facturado en cerámica de la zona, la Sala Manjart pide a gritos que la presida un neón
– La mayoría silenciosa de potenciales asistentes que se quedaron en casa y no respondieron a la ilusión y trabajo de la gente de Monasterio de Cultura
– Las patatas de mi plato combinado estaban un escalón por encima del punto de sal
POR PARCA
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