
Ian Fraser Kilmister (1945-2015)
Tras asistir a un concierto de la banda de Lemmy Kilmister, Motörhead: “Me da la sensación de que acabo de bucear a 200 metros de profundidad… me duelen los oídos al hablar por teléfono, especialmente al escuchar la voz de mi jefa…”
Hace bastantes años el amigo al que más respeto en esto de la música, ese que te va descubriendo grupos nuevos que cada semana se van convirtiendo en tu grupo favorito, me dijo con toda la sencillez del mundo “Pero vamos, que el único grupo definitivo es Motörhead”. Y desde entonces no he encontrado una manera mejor de definirlo. Definitivo.
Definitivo es aquello que empieza y termina en sí mismo. Algo de tal identidad propia que uno no encuentra manera de colocarlo dentro de un panorama más amplio. Seguramente por eso, por la propia mismedad de Motörhead, las aproximaciones al grupo vienen desde focos tan diferentes como el rock, el punk, el heavy, el death o el power pop. No es que no se pueda encasillar. Es que si alguien se ha construido su propia casilla qué sentido tendría meterlo en otra.
Uno puede escuchar la Historia construyéndose simplemente con echar un vistazo rápido a las reacciones a la muerte de Lemmy Kilmister. No son elegías al personaje ni homenajes al músico. Ni siquiera son esas despedidas multitudinarias en cadena que se brindan a los iconos de la cultura popular más o menos apreciados por todos. Son otra cosa. Son las incredulidades que uno siente al seguir vivo cuando una parte tan indivisible de sí mismo ha desaparecido. Es la incomodidad de saber que, a veces, la verdad también es vencida. Son, en definitiva, las tristezas de saber que hoy todo huele un poco peor que ayer.
No me sale nada más que decir. Imagino que, para mí, ya lo he dicho todo.
Chambergazo al canto y a seguir, como hizo él siempre.
Por Jubón
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