Despedidas
El pasado 31 de julio tuvimos noticia del cierre de uno de nuestros emblemas, el Bar Noviciado de Madrid. Uno de esos sitios que son algo más que un lugar de encuentro para tomar unas cervezas.
De la misma forma que las ciudades tienen sus propios lugares protegidos por conformar parte del patrimonio cultural de las mismas, existen locales elegidos que se convierten en algo identitario para un grupo de amigos (esto es, parte de su patrimonio emocional), en algo que contribuye a dar forma a la identidad colectiva y reforzar los lazos existentes en dicho grupo.
Cierto es que, desde que “se nos descubriera” hace 13 años, la frecuencia de asistencia en nuestro caso particular fuera disminuyendo una vez que Luis y Mariano se jubilaran (y, en consecuencia, Federico tuviera que hacer las maletas –por decir algo), pero como digo, el Bar Noviciado conformaba uno de esos pocos lugares comunes en los que aunque ya no acudieras con la frecuencia de antaño (ni las situaciones son las mismas, ni nosotros somos los mismos) estaba ahí. Bajaras la calle San Bernardo a las 17:00 de la tarde, o la subieras culebreando a las 7 de la mañana, el Noviciado seguía ahí.
Auténticos dislates vividos, incontables tapas grasientas y bocatas anti-resaca engullidos, litros de cerveza helada y chupitos radioactivos bebidos, “shows” en directo más propios de un café-teatro que de un garito…además, como diría Parca, de disfrutar desde fuera de un fabuloso ángulo desde el cual era posible sacar dinero del cajero y divisar a la vez a un comensal cagando desde el retrete masculino (Madrid Tourist Sightseeing Bus, al loro). Todo eso y más era el Noviciado.
Sí, muy bien, dirán ustedes, pero ¿qué coño pinta esto en una web musical? En mi caso particular, bastante, ya que Noviciado y recuerdos musicales van irremediablemente asociados (y no, no me refiero únicamente a “la cucaracha” que nos cantara Luis; sin duda la banda sonora original del lugar) ya que era el punto de partida previo a conciertos céntricos, o el punto de quedada posterior a los mismos. Ni recuerdo cuantas veces habré respondido a la pregunta de “¿qué haces hoy?”, con un “tengo un concierto, pero nos vemos luego en el Noviciado ¿no?” Por no contar las que habré entrado al bar con un disco-motivador a tope, previo a una noche que se antojaba grande. O la infinidad de veces que habré quedado allí con un LP adquirido ese mismo día (y el consecuente marrón para Cuclillo de tener que custodiármelo en su bolso toda la noche).
En fin. Que como muchos otros lugares míticos (tanto bares tradicionales como musicales y salas de conciertos) que han cerrado en Madrid en los últimos tres años, el Bar Noviciado chapó y no pudimos despedirlo. Y, como la cosa va de despedidas, enlazo precisamente con otra (esta sí estrictamente musical), ya que el mes de septiembre afortunadamente sí pudimos decir adiós a una de las mejores bandas de Hard/Heavy-Rock que había en la actualidad.
VANDERBUYST se despidieron del público español marcándose un conciertazo de los que se recuerdan, pura clase escuela setentera encima de un escenario. Una verdadera pena quedarnos sin una banda como esta, que además de la actitud encima del escenario (ese “from pillar to post” se me queda grabado a fuego; aún floto con la guitarra) tuvieron el detalle de tener el material musical a precios de saldo (5€ los vinilos tanto los de 7’’ como los 12’’…en fin). Tengo la sensación de que con el tiempo este grupo será de auténtico culto, de hecho probablemente ya lo es.
Sweet goodbye, a ambos:
VANDERBUYST – Sweet goodbye