Pixies. Un ratito de felicidad en La Riviera
Cual fan histérica me acerqué en bici a los alrededores de La Riviera horas antes del concierto para ver si podía avistar algo interesante. En los aledaños de la sala madrileña dos camiones con matrícula extranjera estaban siendo adecentados por dos hombres con aspecto de moteros, sin duda pertenecían al equipo de la gira de los Pixies. Buena señal. Seguí acercándome hasta estar enfrente de la puerta y me pareció ver a un señor calvo, un poco gordo… ¿sería Frank Black? No, se trataba de un conserje de La Riviera con su mono azul y todo. Vuelta para casa.
Para evitar ver el concierto acompañado de las famosas columnas de La Riviera me empeñé en llegar con el tiempo suficiente para coger un buen sitio a la izquierda del escenario, dónde se situaría Joey Santiago, guitarrista de la banda bostoniana.
No aburriré hablando de AAAK, los teloneros. No soy fan. Pero resulta que siguiendo muy atento sus evoluciones sobre el escenario (como él mismo diría) estaba Julio Ruiz, presentador de Disco Grande de Radio 3. Mi legendaria timidez me impidió acercarme a felicitarle por su recién conseguido Premio Ondas. Cuando minutos después me lo volví a encontrar en el servicio, la estampa entre lamentable y entrañable del locutor forcejeando con el aparato de aire caliente para secarse las manos me hizo decidirme por la discreción.
Comienza el concierto, tras sortear a un tío de dos metros fruto de un injerto imposible entre Bárcenas y Marc Gasol, una pequeña decepción inicial: el logo en el bombo era diferente al de 2004 y la primera canción fue una versión de The Fall. Pero enseguida la traca se dispara y caen de seguido Dead, Ed is Dead, I’m Amazed y Broken Face. Con ésta última algunos se animaron a dar brincos y lanzarse de un lado a otro, para evitar hacer honor al título de la canción desplegué mi mítica técnica de brazos en jarras y el codo bien afilado.
Hacia la mitad del concierto hubo un pequeño bajón porque los gritos de Frank Black desaparecieron por arte de magia: fue la parte en que decidieron ir presentando los nuevos temas incluidos en EP1. Pero de sonar a grupo en piloto automático pasaron a sonar a 1990 en una recta final de vértigo con un Dave Lovering enchufadísimo a la batería (Debaser o Tame), con la garganta de Frank Black haciendo maravillas (¿cómo lo hace? yo chapurreé a voz en grito unos cuantos estribillos y me quedé afónico) y con unos bises en donde todo volvió a cobrar sentido con Isla de Encanta, Crackity Jones o Vamos que cerró el concierto y en la que Joey Santiago jugueteó con su guitarra dejándonos su sonido en la cabeza durante todo el fin de semana.
Por cierto, la nueva bajista, Kim Shattuck, pasó el examen con nota, a pesar de no atreverse con Gigantic, gracias a su buena labor en los coros y su simpatía (qué barato me vendo). En resumen, y como alcancé a escuchar a uno de los asistentes: «A mi con que me den un ratito de felicidad me vale»
Debaser, Pixies (La Riviera, 8/11/2013)
POR PARCA
Jose Vazquez
Genial!!! sobre todo ese comienzo de ir en bici para «oler».
ah no sé, pues hector...
Te vas, te vas, te vas, a la isla de encanta?
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