La redención de Jason Isbell
Invierno del 79. En algún poblado de caravanas cerca de la frontera entre Alabama y Tennesee la familia Isbell, otra más en la cara oculta del sueño americano, tiene su primer hijo: Jason. Es una familia del White trash, sin apenas recursos. No está lejos de la zona el FAME Studio de Muscle Shoals donde los grandes del Soul y el Rock americano graban algunos de sus mejores himnos. Quizás por ello, en la familia son aficionados a la música y quien más quien menos sabe tocar un par de instrumentos y se reúnen para tocar todos juntos. No obstante, pronto la familia se romperá, y el niño se encontrará pasando muchas horas con su abuelo, quien le enseñará a tocar la guitarra y cualquier instrumento que caiga en sus manos.
Casi por eliminación Jason Isbell decide abrazarse a la música como vía de escape. Por casualidad conocerá a uno de los miembros de la banda de acompañamiento de los FAME Studios, el bajista David Hood, que vive por la zona y a quien suele ir a ver tocar en los bares de la zona. Con solo 22 años, Jason entra a formar parte de la banda de Patterson Hood (hijo de David) y Mike Cooley, los Drive-By Truckers, donde firma alguna de las canciones más emblemáticas de la banda. El chaval de la caravana se encuentra metido en la rueda de una de las bandas de Rock más grandes del Sur. Jason empieza entonces una estrecha relación tanto con la bajista del grupo Shonna Tucker como con la botella de Jack Daniel’s. Ambas acabarán mal, fatal. En palabras de Patterson Hood: “Some people get drunk and become kind of sweet, Jason wasn’t one of those people.” Tanto su relación con Shonna como con la banda se romperán en 2007, dejando a sus espaldas la trilogía dorada de los DBT en apenas 5 años.
Desorientado e infeliz decide abrazarse más fuerte a la botella mientras graba un par de discos cuando menos irregulares. En todos hay momentos de lucidez, claro, pero no está ahí el esplendor de «Outfit», «Decoration Day», «Never Gonna Change» o «Day John Henry Died». Pude ver a Jason actuar en solitario en una casi vacía Sala El Sol en Madrid en 2008 (al que corresponden las fotos que acompañan este texto) le encontré distante y sin apenas disfrutar de lo que hacía. Me llamó la atención que entró al escenario con la botella de litro de Jack Daniel’s en la mano y parecía más ocupado en darle otro trago que en tocar otro tema. No sabía yo entonces nada de la historia que estoy escribiendo hoy, pero me hizo sospechar algo.
La historia pinta mal, parece que Jason va directo al agujero. Pese a todo, graba un buen disco en 2011 que le reportará el premio a mejor canción del año en los Americana Music Awards con “Alabama Pines”.
Sucede entonces que en febrero de 2012 su novia (ahora esposa) la violinsta Amanda Shires y su amigo Ryan Adams deciden que no, que no están dispuestos a dejarle caer y llevan a Jason a rehabilitación en Nashville. Como en su día hiciera June Carter con Johnny Cash salvándole del abismo.
Una vez Jason está limpio comienza a escribir las canciones de su nuevo album Southeastern que estará plagado de referencias a la pérdida, la redención, el perdón, la sobriedad y las segundas oportunidades. “I’m lucky to have a second chance at all this. I don’t remember a lot of the good times from my days with the Truckers. This time I want to remember it all.”
La redención de Jason Isbell se cierra con Southeastern que le ha reportado numerosas alabanzas y premios y le ha devuelto a la primera línea de la música americana. La letra del tema que abre el disco es toda una confesión a vena abierta:
“I sobered up and I swore off that stuff, forever this time”
Pero sobre todo de agradecimiento y amor a Amanda:
“Girl, leave your boots by the bed we ain’t leaving this room
Till someone needs medical help or the magnolias bloom
It’s cold in this house and I ain’t going out to chop wood
So cover me up and know you’re enough to use me for good.”
En la última edición de los Americana Music Awards pudimos ver a Jason interpretar este tema junto a Amanda. Un momento cargado de emoción por la historia que encierra detrás, una historia de redención a través de la música y el amor. Qué más se puede pedir.
Podéis ver aquí esa actuación y no dejéis de prestar atención a las miradas entre Jason y Amanda, especialmente en los pasajes instrumentales…
POR AMERICANA
*Fotografías de Nacho Cordero