Los Suaves: Trofeo de los 1000 conciertos – Partido de Ida
No podía creérmelo cuando camino del trabajo mis ojos se fijaron en una pared de la calle repleta de carteles con un viejo y querido conocido. Un gato negro con un fondo rojo inconfundible llamó poderosamente mi atención, me guiñó un ojo y yo sabía lo que eso significaba. Sentir la emoción de volver a ver a mis queridos Suaves en directo tantos años después y en la Gira de los 1000 conciertos.
Hice un par de llamadas para conseguir acompañantes y allí estábamos esa noche del 5 de abril de 2013. El partido iba a ser bonito, con claras ocasiones para el lucimiento de la banda ante una grada entregada, deseosa de filigranas musicales y actitud rockera.
Hacía más de diez años que no les veía en directo y dejé de hacerlo porque acabé cansado quizá de acudir numerosas veces a su llamada y terminar algo decepcionado. Ver tantas veces el mismo show en pocos años quizá acabó con la magia que sentía al principio. Además, presenciar con tristeza el declive de aquellos ídolos del rock con conciertos poco convincentes y algunas salidas de tono que iban minando mi valoración del grupo, hizo que me alejara de sus directos. Pero jamás de su música.
Sus discos seguían siendo tan buenos como siempre, con joyas nuevas que iban apareciendo según publicaban nuevos trabajos. Yosi me sorprendía una y otra vez, demostrando estar en plena forma, con sus letras inconfundibles plagadas de tristeza, desencanto y amargura.
Así que cuando me encontré de nuevo al gato negro me dio un vuelco el corazón. Nada más y nada menos que en la gira de los 1000 conciertos. Es de suponer que tal logro está al alcance de muy pocos y no quería perderme la celebración de una de nuestras bandas más legendarias.
La sala Joy Eslava estaba repleta de seguidores para acompañarles en una noche especial, en la que disfruté como nunca del reencuentro soñado con el grupo que tantos buenos momentos me ha dado y con el que, seguramente, más he cantado, gritado y más me he emocionado mientras conduzco mi coche. Algunas veces viajando al fin de la noche.
Era 1996 y recuerdo la primera cinta de casette suya que cayó en mis manos por primera vez. El disco: Santa Compaña. Yo era un adolescente y sus melodías, el sonido de sus guitarras y las letras de sus canciones eran algo totalmente nuevo para mí. Jamás había escuchado nada parecido a pesar de haber empezado a descubrir otros grupos de rock de la época. Nada que ver con ellos. Ahora que me dejas, No me mires, un himno como El Afilador y aquellas que fueron mis canciones preferidas durante aquellos años, ¡Pobre Jugador! y Si Pudiera hicieron que me sintiera atraído por su música de forma instantánea. De todas ellas, Dulce Castigo sigue acelerándome el pulso cada vez que empieza, me vuelve loco y se ha convertido en una de las que ha mantenido su posición siempre entre mis preferidas.
Yosi nos habla siempre desde la madurez que da la experiencia de los años y la pérdida. La amargura que produce la vejez, el desamor y la soledad. Aquellos que vivimos al borde de un sueño somos conscientes de lo fascinante que es perseguir algo que quizá no llegue nunca, pero con la ilusión de alcanzarlo y pelear siempre por ello. Cada uno a su manera llora el tiempo perdido, y esa amargura que produce la certeza de que todo caerá en el olvido y la presencia del fracaso en sus letras me recuerda una de las frases de Robert Kincaid, el personaje que interpretaba Clint Eastwood en Los Puentes de Madison: “Los viejos sueños eran… buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido”. Las letras de Los Suaves son de las que nunca olvidas, se convierten en citas que nombras una y otra vez. Frases de las que ahora todo el mundo pondría en su estado de Whatsapp, tal y como yo hacía en el viejo Messenger.
*Momentos musicales con la Joyas Ocultas de Los Suaves*
A partir de entonces empecé a bucear en sus anteriores y tan celebrados trabajos: Maldita Sea mi Suerte y Malas Noticias. El primero de ellos contiene algunas de las canciones que más admiro, como Pobre Sara, Tiempo Perdido y Parece que aún fue ayer (por no entrar a mencionar sus canciones más célebres, que son casi todas las de este disco tan redondo).
Sus primeros elepés los descubrí más adelante y pude comprobar que, a pesar del sonido pésimo por la mala calidad de la grabación de sus inicios, contenían la esencia del estilo que irían madurando años después. De esta etapa destaco Una ciudad llamada perdición (de 1982 y repescada en el repertorio de esta gira junto a ¿Sabes? ¡Phil Lynott, Murió!), Ese día piensa en mí, Camino de una dirección y, por encima de todas absolutamente: No puedo dejar el rock, su seña de identidad.
Con los años dejé la adolescencia y fueron llegando a cuentagotas sus posteriores trabajos. Quizá mi favorito es aquel del año 2000, que contenía la fuerza y el ritmo vertiginoso de canciones como Miénteme, Dulces noches de luna y pateras (emocionante tema sobre la emigración) y la canción que daba título al disco: Víspera de todos los santos.
Su recopilatorio del año 2002 contenía dos joyas inéditas: Buenos Aires Rock´Roll y Riazor Blues, trepidantes melodías que reflejaban el estilo de Los Suaves al 100%.
Tras decir Adiós, adiós en 2010, confirmando que nunca se fueron durante sus más de 30 años de existencia, nos llega ahora el disco-dvd de esta inolvidable gira de los 1000 Conciertos, compuesta de muchas noches para el recuerdo.
El recuerdo de una banda imprescindible y de una noche en la que me hicieron sentir como tantos años atrás, cuando descubrí emocionado un universo sonoro que me acompañaría para siempre.