La generación de los cantautores malditos
Corría el año 1967 y la Invasión Británica se había asentado en los Estados Unidos. Bandas americanas copiaban lo que llegaba desde el otro lado del Atlántico, mientras que los grandes grupos ingleses se encontraban en el cénit de sus carreras. Los Beatles y los Rolling Stones copaban los primeros puestos de las listas británicas, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y Their Satanic Majesties Request fueron publicados ese año, por lo que es normal que nadie prestara atención a una nueva generación de cantautores que surgirían de lo más profundo de la campiña inglesa. En este grupo podríamos incluir a artistas tan conocidos como Nick Drake o John Martyn.
Hay otros menos famosos, como Roy Harper, y músicos prácticamente desconocidos, como Nick Garrie-Hamilton o Bill Fay. Todos con un denominador común, sus discos pasaron desapercibidos, por no decir inéditos, en el momento de su publicación, pero a lo largo de los años diferentes artistas han reclamado el crédito que merecían sus brillantes composiciones.
El caso más conocido es el de Nick Drake. A los veinte años comenzaba su prometedora carrera firmando un contrato con Island Records, pero sus dos primeros discos no vendieron más de 5.000 copias. Tras pasar por varios procesos depresivos murió en la casa de sus padres en 1974, donde llevaba recluido durante más de dos años. Después de más de una década en el anonimato, a mediados de los 80, grupos tan conocidos como R.E.M y The Cure empiezan a reivindicar su música. Desde entonces, se le considera una figura de culto y su legado ha influido a artistas tan diversos como Lucinda Williams, Beck o Lou Barlow.
Pink Moon (Nick Drake cover), Sebadoh.
A John Martyn también se le puede incluir en este grupo, aunque consiguió reconocimiento en 1973 con su álbum Solid Air, que grabaría con los miembros de Fairport Convention y que casualmente fue dedicado a su amigo Nick Drake. Aunque la lista de músicos con los que colaboró es enorme (Lee ‘Scratch’ Perry, Eric Clapton…), siempre se mantuvo en un segundo plano. Cuando se anunció su muerte en 2009, los homenajes se sucedieron alrededor del mundo y sus canciones, que una vez pasaron desapercibidas hoy están logrando un gran éxito con versiones de grupos de reciente aparición.
Fairytale Lullaby, Bombay Bicycle Club, 2010.
Si hablamos de Roy Harper no podemos decir que sus discos tuvieran el éxito esperado, sino que la fama nunca le interesó. Músico con profundas convicciones socialistas, famosos fueron sus conciertos gratuitos en Hyde Park en el que llegó a reunir a artistas tan conocidos como T-Rex o Jethro Tull, rechazando los grandes festivales que cobraban un dinero que el público de la clase trabajadora británica no se podía permitir. Aunque ignorado por casi todos, su lista de colaboradores es bastante extensa, grupos como Led Zeppelin, que incluso le dedicaron Hats Off to (Roy) Harper, en su Led Zeppelin III, o David Gilmour, de Pink Floyd, grabaron con él. También fue célebre la admiración que le profesó el famoso locutor de la BBC, John Peel, que siempre comentó que la canción que sonaría en su funeral sería When an Old Cricketeer Hits the Crease, escrita por Harper en 1975.
Retirado de la música desde el año 2000, su nombre empezó a sonar cuando la ninfa del arpa, Joanna Newsom, le pidió que giraran juntos en 2007. En el año 2008, el colectivo musical establecido en Laurel Canyon comandado por Jonathan Wilson, del que nos habló el amigo CHAQUETÓN el otro día, decidió hacer un álbum de homenaje a Roy Harper en el que participarían bandas importantes como Vetiver y Dawes, además de artistas como Gary Louris, de los Jayhawks, o Chris Robinson, de los Black Crowes. Lamentablemente el disco ha quedado, por el momento, incompleto, aunque algunas canciones han sido ya grabadas: http://www.myspace.com/allyouneediswhatyouhave. A sus 71 años, Roy Harper vive retirado de la música en un pequeño pueblo al suroeste de Irlanda donde de vez en cuando se le ve desempolvar su guitarra para deleite de locales y despistados.
Los casos más curiosos han sido los de Nick Garrie y Bill Fay, porque la fama les ha llegado a la edad de 70 años. Nick Garrie-Hamilton es un músico que curiosamente es totalmente desconocido en las Islas Británicas y sin embargo en España puede sonar el nombre. Su disco The Nightmare of JB Stanislas, realizado en 1969, es una auténtica rareza y en su momento solo vendió 17 copias. Fue lanzado por la compañía francesa Disc AZ y, justo antes de promocionar el disco, el dueño de la empresa se suicidó dejando un álbum, que se había grabado con una orquesta de 56 músicos, totalmente a la deriva. Encontrar un original es prácticamente imposible, se venden al módico precio de 1.500 euros.
La fama que logró su segundo álbum es uno de los hechos más bizarros de la historia de la música. Suitcase Man fue ignorado en todo el mundo, pero en España llegó al número 1 de las listas de ventas. Eso le permitió girar con Leonard Cohen por nuestro país en los años 80, pero durante todos estos años se ha dedicado a la docencia, enseñado inglés en un colegio francés. En el año 2011, un grupo de músicos escoceses, sobretodo los miembros de la banda Teenage Fanclub, localizaron a Garrie y le animaron a grabar un disco con nuevas composiciones que ha resultado un éxito, llevándole este año a girar por varios festivales europeos, entre ellos el Primavera Sound.
The Nightmare Of J.B. Stanislaus, Nick Garrie
Hace unos años, viendo el famoso documental I’m Trying to Break your Heart de Wilco, vi a Jeff Tweedy cantar una canción que no tenía localizada, Be not so Fearful, se llamaba, y su autor Bill Fay. Empecé mis investigaciones y para mi sorpresa casi no pude encontrar información sobre él o su música. Fay había realizado dos discos a finales de los 60 que fueron un completo fracaso y, por lo tanto, su compañía, Deram Label, le rescindió el contrato.
Tweedy encontró uno de esos álbumes en la colección de vinilos de su padre y se enamoró de su música. Incluso grabó Be not so Fearful con su banda paralela, Loose Fur, que comparte con el batería de Wilco, Glenn Kotche, y su productor, Jim O’Rourke. Totalmente retirado de la música, volvió a escena, cuarenta años después, en un multitudinario concierto en el Shepherd Bush Empire de Londres cuando la banda de Tweedy le invitó a cantar una de sus canciones. Desde entonces, se ha convertido en una figura de culto y acaba de grabar un disco sublime, el primero desde 1971, en el que como homenaje ha incluido una versión de Wilco.
Jesus, Etc., Bill Fay’s version of Wilco’s, 2012
Por Zamarra